domingo, 31 de marzo de 2019

A propósito de la "batalla" del 30 de marzo. Algunos datos de vida de José María Imbert, tomados del libro "El Imperio Mocano", de la autoría de Mariano de Jesús García Lizardo.

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A propósito de la "batalla" del 30 de marzo. Algunos datos de vida de José María Imbert, tomados del libro "El Imperio Mocano", de la autoría de Mariano de Jesús García Lizardo.
José María Imbert Duplessís. Nació de la unión entre Simón Imbert y María Ana Duplessié el 24 de agosto de 1798 en el pueblo francés de Toulon. Siendo un infante, con su madre y sus dos hermanos pasó a la todavía colonia francesa de Saint Domingue (hoy Haití), luego, con su madre, viene a la parte oriental de la isla, específicamente a Moca, en función de Corregidor de la Villa representando al Gobierno Haitiano; sin embargo, se convirtió en uno de los promotores de la independencia dominicana y luego en soldado de la patria. En Moca se casó con María Francisca Del Monte Sánchez, con quien procreó seis hijos: Máxima Regina, Ana Francisca, Gabriel, Nemensia, Segundo Francisco y Honoria.
Siendo Corregidor (Alcalde), levantó al pueblo de Moca a favor de la independencia nacional. En el crítico momento de hallarse sin jefe las fuerzas dominicanas en Santiago se acudió a él y puesta la defensa bajo su control alcanzó el triunfo del 30 de marzo. A partir de entonces se le nombró general comandante de la provincia de Santiago. En 1845 siendo lugar teniente de Francisco Antonio Salcedo, comparte el triunfo de la Sabana de Beller. En este caso le correspondió ser segundo de Salcedo, pues Santana disponía de informes que lo sindicaban como uno de los que proclamó a Duarte presidente, por lo que no le tenía suficiente confianza. Terminada la campaña regresa a Moca donde era comandante de armas y luego se traslada a Puerto Plata con la misma función. Imbert muere el 14 mayo 1848, sus restos fueron enterrados en la iglesia principal de la ciudad atlántica, siendo trasladados posteriormente a Santiago e inhumados en la iglesia mayor, actual Catedral. En Moca, una calle que cruza la parte céntrica de la ciudad de Este a Oeste lleva su nombre.
José María Imbert es el tronco paterno de la siguiente descendencia:
Segundo Francisco Imbert Delmonte. Nace el 12 de Mayo de 1837, tenía apenas ochos años cuando su padre es enviado a Puerto Plata como Comandante de Armas y toda la familia se traslada aquella ciudad, contrajo matrimonio con Consuelo Mesnier Román.
Siguiendo la carrera de su padre, Segundo, descolló como hombre de lucha, era teniente cuando comenzó la Guerra Restauradora, estuvo al mando del general Gaspar Polanco y en varias ocasiones cumplió misiones en Santiago. Trasladado a la Línea Noroeste, hizo de ayudante del coronel José Cabrera, luego fue jefe de Operaciones de la zona y Comandante de Armas del pueblo de Dajabón. Restaurada la independencia, se dedicó a la política como militante del Partido Azul, se opuso a Báez y a su pretensión de anexar el país a los Estados Unidos durante la dictadura de los Seis Años.
Segundo Imbert, acompañó a Lilís como vicepresidente de la República en el período 1887-1889, ocupando también la Gobernación de Puerto Plata. Terminó retirado de la vida política y murió el 16 de octubre de 1905.
Segundo Manuel Imbert Mesnier. Se casó con María Barrera Steinkopf con la que procreó a Segundo Imbert Barrera y a Antonio Cosme Imbert Barrera. Éstos ocuparon espacios relevantes durante la dictadura de Trujillo, no obstante, terminaron como opositores del régimen. Antonio, que aún vive, participó en la conjura del 30 de mayo de 1961 y Segundo, que estaba preso, al saber de la muerte de Trujillo no pudo ocultar su alegría, y Ranfis Trujillo, a través de sus esbirros, le cobró con la vida su alegría.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Gestión municipal: el punto “varios” de los partidos

Publicado el: 27 marzo, 2019
e-mail: Lagarita318@gmail.com

En las agendas de la generalidad de las reuniones, luego de tocar los puntos centrales, suele ponerse un genérico último punto que habitualmente se le llama “punto libre” o “varios”. En las agendas de los partidos dominicanos, salvo en algunas reuniones durante los procesos electorales, el tema de la gestión municipal y/o de las ciudades, cuando por casualidad se aborda, sigue siendo un “punto libre” relegado a un segundo plano. Varias razones explican tal desaguisado, entre las cuales podría citarse el predominio de la cultura política del presidencialismo/centralismo, falta de institucionalidad que impide la separación efectiva de los poderes del Estado, una democracia de baja intensidad o simplemente por las limitaciones político/cultural de la generalidad de nuestro liderazgo político/social.
En los procesos electorales municipales, para las direcciones partidarias la preocupación central es quién es el mejor candidato para ganar, importa poco si puede o no hacer una buena gestión, o si tiene alguna formación para ejercer el cargo, porque desconocen el significado de la gestión municipal o de la ciudad. Lo peor es que para la generalidad de la población importa poco la capacidad o no del candidato, porque es general la falta de conciencia cívica. Cuando alguien busca ocupar un puesto en una oficina o para hacer un determinado oficio se le pregunta si tiene algún nivel de formación o un diploma que lo acredite. Sin embargo, para administrar una empresa como una ciudad, sea esta capital del país o de una región, que son las más grandes empresas del lugar, no se le pide nivel formativo alguno.
El poder municipal, conceptualmente, es el más próximo al ciudadano, es dónde mejor podría expresarse el ejercicio de soberanía del pueblo sobre su territorio. Pero en la práctica, en la gestión de los municipios aquí sus autoridades ejercen el poder al margen y generalmente en contra de los intereses de su comunidad, reproduciéndose en lo local la cultura de la corrupción y la impunidad que impera en los gobiernos centrales. Con honrosas excepciones, alcaldes, solos o en colusión con algunos regidores, disponen a su buen grado con los recursos de los ayuntamientos, asignan obras grado a grado, juntos o separados favorecen o forman compañías para gestionar servicios básicos como los residuos sólidos, o permiten el uso de los espacios públicos y hasta de calles enteras a empresas privadas.
En la gestión municipal, la corrupción es generalizada en muchos países. En Italia de los 60, la mafia, en confabulación con los ayuntamientos, hizo de la especulación del suelo urbano y la construcción de viviendas su principal fuente de acumulación, exportando ese fenómeno a otros países. Pero en muchos de ellos, esa forma de corrupción fue limitada significativamente por la existencia de un marco institucional en cierta medida regulador, además por la existencia de partidos de tradición democrática, del crecimiento de la conciencia de cívica de los ciudadanos y/o por la acción de intelectuales y profesionales comprometidos con sus ciudades que pusieron los temas municipales y de la ciudad en las agendas políticas de sus países. Aquí,no habrá institucionalidad democrática mientras siga siendo punto “varios” en las agendas de los partidos.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Nada ni nadie escapa a su naturaleza Desde la Butaca 3 Mariano de Jesús García Lizardo 18 de marzo, 2019

Desde la Butaca 3
Mariano de Jesús García Lizardo
18 de marzo, 2019
Nada ni nadie escapa a su naturaleza
¿Por qué el alacrán mordió la espalda de la ranita, que lo cruzaba del río, por encima de su propia voluntad agradecida? Por el peso de su naturaleza.
¿Por qué “auyama no pare calabaza”? Porque su naturaleza se lo impide.
¿Por qué las injusticias y exclusiones sociales? Porque la injusticia y la exclusión son consustanciales con el Sistema político imperante en la República Dominicana.
Por naturaleza, de los sistemas, sean naturales o humanos, se reproducen y su fin es perpetuarse. Por mucho que usted le buque la vuelta, el sistema socioeconómico-político vigente –como todo sistema-, se reproduce y lucha por vivir por los siglos de los siglos.
Ningún indicador se advierte en nuestro país, como, para que pueda uno afirmar que se está atentando contra la injusticia y la exclusión. Todo lo contrario: Los grupos de presión que han aparecido y los “nuevos partidos” o “partidos emergentes” han resultado un fiasco en el orden del pensamiento y en el plano metodológico. Alimentando al sistema.
Mientras esto es así, el statu quo, se nutre permitiendo ciertas concepciones a sus víctimas: Soñar con un hijo pelotero o el muchacho con llegar a ser pelotero, embriagarse con el sofisma del “emprendedurismo”, dormirse en la “posibilidad” de una “oportunidad”- tal vez la de pegarse como reguetonero-, envilecerse con “métodos fáciles” de acomodación económica. Creerse “superado y rico”, renegando sus orígenes, al pasar de la tabla rasa de la miseria al lindero superior de pobreza.
El statu quo se nutre de “Organizaciones No Gubernamentales” asistencialistas y alienantes, falsamente desarrollistas, acomodadoras del sistema. Estas juegan un rol fundamental en la perpetuación del orden establecido: Son morfinas inyectadas en el cuerpo social.
En fin, el sistema dominante (el nuestro), tiene sus sicarios: para desanimarte, para calmarte, para ofrecerte un lugar, para hacerte creer que las cosas van mal porque tú estás fuera (porque le hemos dejado esto a los malos)…entonces, tienes culpa de la situación. El sistema, te pone a dudar de ti mismo y de tus principios, te resigna. Y si tu desobediencia se vuelve irremediable, el sistema (el nuestro), te desacredita, te vilipendia y te mata (aunque respire). Y no hay de otra… esa es su naturaleza.

Batalla del 19 de marzo Desde la Butaca 3 Mariano de Jesús García Lizardo 19 de marzo, 2019

Desde la Butaca 3
Mariano de Jesús García Lizardo
19 de marzo, 2019
Batalla del 19 de marzo
Si bien la “escaramuza” del 19 de marzo fue importante para la consolidación del Estado dominicano, más importantes resultan los acontecimientos políticos, generalmente soslayados.
Escribimos “escaramuza”, porque, ¿qué es lo que sucede el 19 de marzo de 1844?
El ejército haitiano, comandado por el General Chaeles Herard, estaba atrincherado desde el día antes en la villa de Azua. Tomaron posiciones en las orillas del rio Jura. Al otro día (19), entre las tropas haitianas y las dominicanas, las últimas dirigidas por Pedro Santana, se produce una refriega que dura más o menos dos horas. Luego, ambos ejércitos se repliegan, los haitianos con un mayor número de víctimas, recogen sus muertos y heridos, mientras, ya entrada la noche, los soldados dominicanos junto a la población, abandonan la Villa y se asientan al oeste de la hoy provincia Peravia (en El Maniel –hoy Ocoa- y en el actual distrito municipal de Sabana Buey).
Eso sí, Santana se cuidó de dejar tropas dispuestas en los puntos más estratégicos, especialmente en el paso del desfiladero de El Numero, en donde el general Antonio Duvergé, quedó a cargo de la defensa, evitando en todo momento el avance de los haitianos.
Este escenario de guerra fue utilizado como instrumento político por la Junta Central Gubernativa y Pedro Santana, quienes procuraron poner el contexto al servicio de sus objetivos: el Protectorado francés.
Por eso Santana se repliega, en lugar de desalojar al enemigo. Y trata de dar tiempo para que las autoridades francesas lograran mediante la negociación o la fuerza el retiro del invasor, “probando así la incapacidad de los dominicanos para subsistir libre de los haitianos, sin la protección de una potencia”.
El 31 de marzo, el Almirante francés de Moges, a bordo de la Fragata "La Neréide", se sitúa en la Bahía de Ocoa y desde allí le dirige una comunicación al presidente de Haití, Charles Hérard, en su cuartel general de Azua, conminándolo a conciliar con los dominicanos y aceptar la intermediación francesa para superar la situación. Al día siguiente, de Moges desembarca y se traslada a Azua, en donde sostiene una entrevista con Hérard.
Advertido Juan Pablo Duarte de ambiente político, pidió a la Junta Central Gubernativa que lo autorizara a viajar al Sur para auxiliar al general Pedro Santana. Su idea era enfrentar a los haitianos, y “probar la capacidad de los dominicanos para subsistir libre de los haitianos, sin la protección de una potencia”.
Duarte salió de la ciudad de Santo Domingo, el 22 de marzo de 1844 al mando de una columna organizada por el coronel Pedro Alejandrino Pina García. Llegó a Baní al otro día.
La autorización de la Junta supeditaba la actuación de Duarte a la aceptación de Santana, lo que naturalmente jamás sucedió. La presión de los Duartistas fue tal, que el caudillo seibano pidió a la Junta Central Gubernativa acelerar el proceso de búsqueda del apoyo político y militar de Francia.
Juan Pablo Duarte pidió a la Junta autorización para dirigir las operaciones contra los haitianos, pero todo lo contrario, el órgano de Gobierno ordenó su regreso a Santo Domingo.
Las guerras pasan y los que en un momento se enfrentan pueden en corto tiempo encontrarse. Ahora, lo que políticamente sustancia las guerras trasciende al día de la última batalla. El vencedor impondrá total o parcialmente su pensamiento. En este caso se confrontaban dos naciones, pero a lo interno de una –la dominicana- el escenario de guerra fue utilizada como instrumento político, de un lado, por el sector conservador, contrarrevolucionario y entreguista, por el otro lado, por los liberales obedientes a la idea de la Independencia pura y simple.
Que los haitianos hubiesen llegado a Santo Domingo, que la guerra se hubiese prolongado. Que los acontecimientos los estuviéramos contando de otra manera, uno nunca sabe. Ahora, lo que sí es históricamente cierto, es que los mejores dominicanos fueron desplazados del Poder, y jamás –salvo pequeñísimos momentos- han logrado tenerlo.
La verdad es que, Santana y aquella Junta de 1844, sembraron de desconfianza en nuestras posibilidades, se acogieron a la facilidad del entreguismo, mientras Duarte confió en la mismidad del nuevo Estado.
En los 175 años de República, poco ha cambiado. Los entreguistas se han impuesto siempre, por eso, el Poder se vanagloria y se atrinchera en la celebración de “dos horas de tiros”, pero jamás, asume la reflexión de lo políticamente trascendente: El desplazamiento Trinitario y su significado, la configuración e imposición de un pensamiento frívolo, sumiso y entreguista, y lo más importante, la inatención al pensamiento Trinitario y la proyección del pensamiento “frívolo, sumiso y entreguista” en la gestión política criolla a través del tiempo. Frívolo
Nota: Se me quedaba. En este contexto –al regresar a santo Domingo- fue que Juan Pablo Duarte produjo la primera Rendición de Cuentas de un funcionario público dominicano. ¡Hay papá!

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