miércoles, 30 de abril de 2014
sábado, 26 de abril de 2014
¿Realmente hace falta tomar suplementos de vitamina D?
Primero fue la vitamina C, después la E y hoy día es la D la que acapara la atención y se consagra como la solución milagrosa para todos los males.
No faltan artículos en los medios que hablan de sus propiedades para mejorar el sistema inmunológico, reducir el riesgo de cáncer, diabetes, enfermedades coronarias y para prolongarnos la vida, además de los beneficios ya conocidos para la salud de nuestros huesos.MITOS MÉDICOS
Pero qué tan ciertas son estas afirmaciones. ¿Es la vitamina D el supercomplemento que todos necesitamos?
Naveed Sattar, profesor de Medicina Metabólica de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, examinó los resultados de todos los estudios que se llevaron a cabo recientemente, publicados en la revista especializada British Medical Journal.
"Todos sabemos que la obesidad, el tabaco y la vida sedentaria aumentan el riesgo de varias enfermedades, pero en vez de pensar que la falta de vitamina D es la causa, podemos decir que la obesidad, el tabaco y la vida sedentaria son las causantes"
Naveed Sattar, profesor de Medicina Metabólica de la Universidad de Glasgow
Según Sattar, cuando se trata de analizar sus beneficios, es muy difícil determinar qué se da primero, la enfermedad o los bajos niveles de vitamina D.
“Si alguien es obeso o tiene sobrepeso, fuma, y pasa la mayor parte de su tiempo en un lugar cerrado, sus niveles de vitamina D serán muy bajos”, dice Sattar.
“Mucha gente cree entonces que se le debe recetar vitamina D para protegerlo de una serie de enfermedades. Todos sabemos que la obesidad, el tabaco y la vida sedentaria aumentan el riesgo de varias enfermedades, pero en vez de pensar que la falta de vitamina D es la causa, podemos decir que la obesidad, el tabaco y la vida sedentaria son las causantes”, explica el especialista.
Consecuencia, no causa
Recientemente se publicaron dos estudios sobre los efectos de la vitamina D. El primero halló que no hay evidencia suficiente para demostrar los beneficios de la vitamina D.
“El estudio analizó investigaciones que medían la presencia de vitamina D en la sangre -pero los niveles de vitamina D en la sangre están determinados por una serie de factores”, señala Sattar.
Los investigadores relacionaron estos resultados con las distintas enfermedades de los sujetos.
“Lo que ocurre es que no podemos asumir que la falta de vitamina D es la causa de todas estas enfermedades porque los factores de riesgo de estas enfermedades causan en sí mismos bajos niveles de vitamina D”, explica Sattar.
“Por eso creo que la vitamina D puede ser solamente un indicador de mala salud y no la causa”, añade.
"Tomar vitamina D como suplemento no traería ningún beneficio"
Naveed Sattar, profesor de Medicina Metabólica de la Universidad de Glasgow
Además del sobrepeso o la adicción al cigarrillo, otro factor que puede hacer que disminuya la vitamina D es estar enfermo.
“Una inflamación o una infección pueden hacer bajar los niveles de esta vitamina en la sangre”, explica el médico.
Es decir, la falta de vitamina D es más consecuencia que causa.
"Lo dicho anteriormente demuestra que tomar vitamina D como suplemento no traería ningún beneficio", concluye Sattar.
Ensayos clínicos más robustos
Sin embargo, el segundo estudio halló que el índice de mortalidad era menor en las personas que tomaban suplementos de vitamina D.
¿No es esto acaso una indicación de que sí puede ser beneficioso?
"Potencialmente sí. Pero el número de pruebas que se hicieron y la cantidad de personas que participaron en ellas son relativamente modestos", argumenta Sattar.
"Por otra parte, en algunas de estas pruebas, además de darle a los individuos vitamina D3 (la forma más común de vitamina D presente en la sangre, que se forma por la acción del sol sobre la piel), se les pidió que hicieran actividades beneficiosas para la salud y esto pudo haber sido la causa de las mejoras y no la vitamina D3", añade el especialista.
"Por estas razones creo -y otros colegas también- que aunque es posible que la vitamina D tenga beneficios, la evidencia no es concluyente".
"Creo que el tema es interesante como para seguir haciendo ensayos clínicos, pero la forma en que se han hecho las pruebas, su falta de solidez, hacen que no tengamos un respuesta definitiva", puntualizó Sattar.
Si tiene dudas...
Pero pese a que no hay certezas sobre su eficacia, tampoco hay nada que apunte a un efecto negativo.
Entonces, por las dudas, ¿no valdrá la pena tomarla?
"Si miramos por ejemplo las directrices en Reino Unido, la recomendación es que casi todas las personas de menos de cinco años o de más de 65, las embarazadas, las madres que amamantan y cualquiera que no esté lo suficientemente expuesto al sol -o sea, la mayoría de personas en este país-, deberían considerar tomar suplemento de vitamina D", señala Mark Porter, corresponsal de Medicina de The Times y colaborador de numerosos programas de salud de la BBC.
"Las dosis son mínimas y sabemos que al menos un tercio de la población tienen niveles bajos de vitamina D en la sangre, por lo tanto es recomendable tomar vitamina D, si el médico la prescribe, aunque no haya evidencia contundente sobre sus beneficios", explica.
"En lugares como Australia o España, donde el sol no es un problema, la gente tiende a cubrirse, a refugiarse en la sombra o a protegerse la piel con pantalla solar. Y eso impide que puedan absorber la cantidad de sol necesaria para producir suficiente cantidad de vitamina D"
Mark Porter, médico clínico
"Si alguien está preocupado porque teme tener una deficiencia de vitamina D, lo mejor es que ni se moleste en hacerse una prueba y la tome -en dosis mínimas- porque lo más probable es que se encuentre entre el grupo de personas que tienen una deficiencia de la misma", dice Porter.
Por otra parte, el problema no es exclusivo de los países nórdicos, donde hay menos horas de sol, sino también de países donde el sol abunda.
"Sucede que en lugares como Australia o España, donde el sol no es un problema, la gente tiende a cubrirse, a refugiarse en la sombra o a protegerse la piel con pantalla solar", señala Porter. Y eso impide que puedan absorber la cantidad de sol necesaria para producir suficiente cantidad de vitamina D".
Lo mismo aplica para América Latina.
Vitamina D al plato
Otra manera de aumentar los niveles de esta vitamina es mediante la dieta.
"Los pescados grasosos son los mejores. Una buena porción de salmón o atún, por ejemplo, puede contener los requerimientos diarios", señala Porter.
"Pero exponerse a los rayos del sol es la manera más efectiva", dice.
"No hace falta mucho, con exponer las manos y la cara entre 10 y 20 minutos, tres o cuatro veces por semana, alcanza".
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Juan XXIII, el “Papa Bueno” que quedó a la sombra de Juan Pablo II
...Para muchos de los fieles que llenarán la plaza de San Pedro el 27 de abril, el protagonista del día será Juan Pablo II: un Papa mediático y carismático, de mandato reciente, a quien algunos medios italianos siguen refiriéndose con el apelativo "la sonrisa de Dios".
El hecho de que, por primera vez en la historia, el Vaticano celebre una canonización simultánea de dos pontífices lleva de forma casi inevitable a la comparación entre ambos.Angelo Roncalli, quien recibió el sobrenombre de "el Papa Bueno" por su carácter tranquilo y su apariencia bondadosa, fue en cambio criticado durante su pontificado por los sectores más conservadores de la Iglesia, que lo acusaron de "modernista" y llegaron calificarlo de comunista.
Pero este domingo, junto al polaco Karol Wojtyla, será canonizada una figura más discreta y lejana en el tiempo: Juan XXIII, el hombre que dirigió la Iglesia católica entre 1958 y 1963 e impulsó el Concilio Vaticano II, el acontecimiento que cambió la cara de la Iglesia en el siglo XX.
El hecho de que, por primera vez en la historia, el Vaticano celebre una canonización simultánea de dos pontífices lleva de forma casi inevitable a la comparación entre ambos.Angelo Roncalli, quien recibió el sobrenombre de "el Papa Bueno" por su carácter tranquilo y su apariencia bondadosa, fue en cambio criticado durante su pontificado por los sectores más conservadores de la Iglesia, que lo acusaron de "modernista" y llegaron calificarlo de comunista.
En este sentido, el papa italiano –nacido en una familia de campesinos cerca de Bérgamo en 1881– representa en buena medida a una Iglesia que en muchos aspectos es el reverso de la encarnada por Wojtyla.
No en vano, el corto pontificado de Angelo Roncalli fue un punto de inflexión en la Iglesia del siglo XX, el –para muchos– primer intento serio de modernizar una institución de siglos de historia.
"Juan XXIII es uno de los papas más importantes y más relevantes de la historia del cristianismo porque consigue enterrar 15 o 16 siglos de historia y recupera lo que sería el verdadero cristianismo, que se refleja en el diálogo, no en la condena. El diálogo con la cultura moderna, con los no creyentes, con las otras tradiciones religiosas y dentro de la propia Iglesia Católica", le dice a BBC Mundo el teólogo Juan José Tamayo, catedrático de historia de las religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.
Un papa fronterizo
"Roncalli introduce dentro de la doctrina social de la Iglesia la cultura de los derechos humanos. Y en tercer lugar, quizás lo más importante -que no fue seguido por el Concilio Vaticano II- la propuesta de una Iglesia de los pobres", agrega el académico español.
La decisión personal de convocar el Concilio Vaticano II en 1959 fue quizá el momento clave del pontificado de Roncalli, el que más trascendencia tuvo para el futuro de la Iglesia y su relación con el mundo.
Hacía sólo tres meses que el cardenal de Venecia había sido nombrado Sumo Pontífice, cuando, desde la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, llamó –para sorpresa de muchos- al XXI Concilio Ecuménico, que después fue denominado Concilio Vaticano II.
Entre los objetivos de esta "junta de los obispos de todos los Estados y reinos de la cristiandad" -como define "concilio" la Real Academia de la lengua Española- estaba el del aggiornamento o "puesta al día" de la Iglesia.
Roncalli había tenido una trayectoria de más de 30 años en la diplomacia vaticana, que le había llevado a ocupar posiciones en lugares fronterizos donde la Iglesia católica convive con otras confesiones como el cristianismo ortodoxo o el Islam –como Bulgaria, Grecia y Turquía- en momentos turbulentos como la I Guerra Mundial, el periodo de entreguerras y la II Guerra Mundial.
Esa experiencia, según los expertos, fue clave en su toma de conciencia de los problemas del mundo moderno y en su espíritu aperturista y de diálogo entre las diferentes confesiones cristianas y con otras religiones.
Juan XXIII murió a los 81 años el 3 de junio de 1963 como consecuencia de un cáncer de estómago y nunca vio terminado su proyecto. Su sucesor, el también italiano Pablo VI, fue el encargado de concluir el Concilio.
"Puesta al día" de la Iglesia
Sin embargo, la iniciativa de Roncalli terminó transformándole la cara al catolicismo.
"Pese a haber sido un papado corto, no fue un papado de transición sino que fue el Papa de la transición. Abrió la Iglesia a un diálogo con el mundo. El papa Juan dejó de lado las condenas a la sociedad contemporánea, dejó de lado las excomuniones y buscó comprender más que juzgar. Comprender cuáles eran los problemas y las aspiraciones del mundo contemporáneo", comenta en conversación con BBC Mundo Ezio Bolis, director de la Fundación Juan XXIII de Bérgamo.
Para Bolis, el pontificado y la personalidad de Roncalli estuvieron definidos por el "deseo de unidad entre cristianos y entre pueblos". Pero no solo.
"El papa Juan XXIII fue un operador de paz en un periodo de fuertes tensiones internacionales como la crisis de Cuba en el 62 o la construcción del muro de Berlín en el 61. Eran los años de la Guerra Fría. Volvió a poner en evidencia el Evangelio, la simplicidad del Evangelio, la importancia de las obras de misericordia", señala el teólogo italiano.
Francisco, "fruto de Juan XXIII"
Con el gesto inédito de la doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, algunos analistas consideran que Francisco intenta reconciliar dos tendencias de la Iglesia: la más conservadora, que ve en el primero un referente, y la progresista, que reclama al segundo como un pionero reformista.
Pero, ¿cuál es el legado hoy en día del "Papa Bueno", más de medio siglo después de su muerte?
"Francisco es un fruto de Juan XXIII. Desde mi punto de vista, la canonización de Juan XXIII es la repuesta del papa Francisco a los críticos del Vaticano II. La canonización de Juan XXIII es la canonización de San Juan del Concilio", le dice a BBC Mundo Alberto Melloni, director de la Fundación Juan XXIII en Bolonia, quien fue el historiador experto en la beatificación de Juan XXIII.
"Esto genera algunas oposiciones porque implica que las turbulencias que afectaron a la Iglesia en los últimos 50 años son entendidas como una nueva primavera, no de un invierno que se acerca", agrega Melloni.
Fue Bergoglio quien firmó el 5 de julio de 2013 el decreto de canonización de Roncalli, a quien dispensó de la necesidad de un segundo milagro.
Mientras que habitualmente la Iglesia necesita certificar dos milagros para avanzar un proceso de santificación, Francisco personalmente decidió que Juan XXIII sería santo con uno.
Una decisión "política" que es vista por muchos como un gesto de reivindicación de la vigencia de Juan XXIII en el siglo XXI.
viernes, 25 de abril de 2014
El lugar donde se libra una batalla decisiva contra la malaria
..
Cordialidad gruñona
Nuestro mejor fármaco para acabar con un asesino global, la malaria, está perdiendo su efectividad en una pequeña región del sudeste asiático. Lo que suceda a continuación será decisivo para el destino de millones.
El serpenteante río Moei es la frontera natural entre Tailandia y Birmania. Sus aguas turbias están en su punto máximo, pero François Nosten logra cruzarlo en un minuto, a bordo de un delgado bote de madera.
Nosten no pasa por puntos de control ni le presenta su pasaporte a un oficial al llegar a la otra orilla del río, en Birmania.
Este francés de contextura delgada, anteojos y cabello enmarañado castaño, es uno de los principales expertos en malaria a nivel mundial. Y está aquí para evitar un desastre inminente.
Al llegar a la cima de la colina, se encuentra con una aldea de sencillas viviendas de madera con techos de paja o chapas. Es Hka Naw Tah, el hogar de aproximadamente 400 personas y campo de pruebas del audaz plan de Nosten para erradicar completamente la malaria de este importante rincón del planeta.
La malaria es obra de los parásitos unicelulares Plasmodium, siendo elPlasmodium falciparum el jefe. Ellos se propagan entre la gente a través de la picadura de mosquito. Invaden primero el hígado y luego los glóbulos rojos.
Los primeros síntomas son genéricos y parecidos a la influenza: fiebre, dolores de cabeza, sudor y escalofríos y vómitos. En ese punto, el sistema inmunológico generalmente pone fin a la infección.
Sin embargo, si los parásitos se propagan a los riñones, pulmones y el cerebro, las cosas empiezan a ir mal con rapidez. Los órganos comienzan a fallar y los glóbulos rojos infectados taponan los vasos sanguíneos del cerebro, privándolo de oxígeno y desencadenando ataques, pérdidas del conocimiento y muerte.
Cuando Nosten llegó por primera vez al sudeste asiático, hace casi 30 años, la malaria era la principal causa de muerte de la región. La artemisina lo cambió todo.
Esta droga sorprendentemente veloz y eficaz llegó a escena en 1994, cuando se estaban agotando las opciones para tratar la malaria. Desde entonces, "los casos simplemente se redujeron más y más y más. Nunca he visto tan pocos durante la temporada de lluvias, sólo unos cientos este año, en comparación de las decenas de miles que había antes".
Se repite la historia
Sin embargo, él no tiene tiempo para celebraciones. La artemisina solía eliminar el P. falciparum en un día; ahora, puede tomar varios. El parásito está generando resistencia. La droga maravilla está fallando. La historia, una vez más, se vuelve a repetir. Durante décadas hemos atacado la malaria con una nueva droga y ella contrataca con una respuesta evolutiva.
Al volver a su oficina, Nosten muestra un mapa con la localización de los parásitos resistentes. Tres franjas coloridas resaltan las fronteras entre Camboya y Vietnam, Camboya y Tailandia y Tailandia y Birmania.
Las fronteras son líneas gruesas en los mapas, pero invisibles en la realidad. Un río que puede cruzarse en un bote desvencijado no es barrera para un parásito que se transporta en las glándulas salivales de los mosquitos o en los glóbulos rojos de los humanos.
Durante el último siglo, casi todas las drogas de vanguardia contra la malaria -cloroquina, sulfadoxina y pirimetamina- se volvieron obsoletas debido a los desafiantes parásitos nacidos en el oeste de Camboya. Desde esta cuna de la resistencia, los parásitos se propagaron gradualmente hacia el oeste de África, causando millones de muertes.
Hoy en día, la malaria es la causa de muerte de aproximadamente 660.000 personas al año y la mayoría son niños africanos. Si la resistencia a la artemisina llegara al continente, sería catastrófico, particularmente porque en el futuro cercano no existen drogas efectivas que la reemplacen.
Nosten cree que si no se toman medidas radicales, la resistencia se propagará a India y Bangladés. Y, una vez que esto suceda, será muy tarde.
Una vez que lleguen allí, se seguirán propagando inevitablemente. Cree que esto sucederá en tres años, tal vez cuatro. "Mire, la velocidad en que ha cambiado en esta frontera es exponencial. No van a pasar 10 o 15 años en llegar a Bangladés. Tardará sólo unos pocos. Tenemos que hacer algo antes de que sea demasiado tarde".
Hay cientos de científicos desarrollando métodos innovadores para lidiar con la malaria, desde vacunas hasta nuevos medicamentos, mosquitos modificados genéticamente y hongos letales. Pero en opinión de Nosten, ninguno de estos métodos estará listo a tiempo.
"La única manera de detener la resistencia a la artemisina es eliminar completamente la malaria de su cuna de resistencia. Si se quiere eliminar la resistencia a la artemisina, se debe eliminar la malaria", señala Nosten. "Ni controlarla ni contenerla, eliminarla".
Esto hace que el río Moei sea más que una frontera entre naciones. Es Stalingrado. Es Termópilas. Es la última oportunidad de detener la progresiva obsolencia de nuestro último fármaco efectivo. Lo que pase allí decidirá el destino de millones.
Intento fallido
Hace 60 años el mundo trató erradicar la malaria. En ese entonces, era una plaga global que infectó a cientos de miles de tropas durante la Segunda Guerra Mundial. Ello dio pie a un aumento en la investigación durante la posguerra.
Para combatir esta enfermedad, en 1946 Estados Unidos creó lo que hoy se conoce como el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el principal instituto de salud pública del país.
Luego de un decisivo programa de erradicación, el país se declaró libre de malaria en 1951. Brasil también logró controlar una creciente epidemia de malaria con el uso de insecticidas.
El insecticida de larga duración DDT se usaba ampliamente y mataba a los mosquitos con facilidad. La droga cloroquina hacía lo mismo con elPlasmodium.
Armados con esto y alentados con el éxito inicial, la Organización Mundial de la Salud lanzó formalmente el Programa Mundial para la Erradicación de la Malaria en 1955. El DDT se roció en infinidad de hogares e incluso se agregó el medicamento cloroquina -para la prevención- a la sal de mesa de algunos países. Fue la iniciativa de salud pública más ambiciosa que se haya hecho en la historia.
Esto funcionó hasta cierto punto. La malaria decayó dramáticamente en Taiwán, Sri Lanka, India, el Caribe, los Balcanes y en áreas del Pacífico Sur.
Pero a duras penas hizo mella en la región de África subsahariana, donde la infraestructura de salud pública era pobre y la malaria endémica.
Pronto, los dos pilares del plan se desmoronaron: el P. falciparumdesarrolló resistencia a la cloroquina y los mosquitos al DDT. Entonces, la enfermedad se recuperó rápidamente y se esparció por gran parte de Asia y del Pacífico Oeste.
En 1969 se abandonó el programa de erradicación. A pesar de sus numerosos éxitos, su fracaso general tuvo un impacto desalentador sobre la investigación de la malaria. Las inversiones de los países ricos (que no estaban afectados) mermaron, excepto por un momento de interés durante la guerra de Vietnam.
Los mejores especialistas del tema se fueron en busca de nuevos retos. La malaria, ahora una enfermedad tropical de los países pobres, pasó de moda.
Cordialidad gruñona
François Nosten siempre quiso viajar. Su padre era un marino mercante que volvía a casa con historias de aventuras remotas. Su plan original era trabajar en proyectos de desarrollo de ultramar, pero uno de sus profesores lo empujó hacia un camino distnto. "Él decía que lo mejor que uno podía hacer si deseaba viajar por todas partes era estudiar medicina. Es por eso que me hice doctor".
Apenas se graduó, se unió a Médicos Sin Fronteras y comenzó a hacer realidad su sueño. Voló a África y al sudeste asiático antes de llegar a Tailandia en 1983. Allí, comenzó a tratar a los refugiados de Birmania en los campos ubicados en la frontera tailandesa.
En 1985, un visitante inglés llegó a los campos y Nosten creyó que era un turista cualquiera, hasta que empezó a hacer minuciosas preguntas sobre la malaria. Ese hombre era Nick White, un médico clínico británico que se sintió atraído a Bangkok por el encanto de los trópicos y un perverso deseo de estudiar algo que no estuviera de moda.
Hacía poco la Universidad de Oxford había creado una nueva unidad de investigación de medicina tropical en colaboración con la Universidad Mahidol de Bangkok, y White fue el tercero en unirse.
"Si uno realiza identificación y tratamiento temprano, la malaria se va. Esto ha funcionado en todos los lugares que lo hemos hecho"
François Nosten
Nosten y White tenían en común el interés por la malaria, el deseo de ponerse manos a la obra y una parecida cordialidad gruñona. Fue así como crearon una estrecha amistad y comenzaron a trabajar juntos.
En 1986, montaron una unidad de campo para el centro de investigación de White en Bangkok. Esta apenas contaba con una centrifugadora y un microscopio en la desvencijada casa de Nosten.
Tres años después, Nosten se mudó a Shoklo, el campo de refugiados más grande de la frontera Tailandia-Birmania y hogar de aproximadamente 9.000 personas. La mayoría de ellos pertenecían akaren -el tercer grupo étnico más grande de los más o menos 130 que existen en Birmania.
Escapaban de la persecución del gobierno mayoritario bamar. Y allí fue donde abrió la primera Unidad de Investigación de Malaria de Shoklo, un un hospital de bambú.
Entrenó a los locales para supieran detectar el Plasmodium en el microscopio y así ayudarlo con su investigación. Incluso conoció a quien más tarde se convertiría en su esposa, una profesora karen llamada Colley Paw, quien actualmente es una de sus investigadores principales y su mano derecha.
El período de bonanza en Shoklo se terminó en 1995, después de que un grupo de disidentes de karen empezaran a atacar con frecuencia los campamentos en un intento de forzar a los refugiados a volver a Birmania.
"Ellos llegaban y comenzaban a disparar", cuenta Nosten. "Una vez tuvimos que escondernos en un hoyo durante toda la noche, mientras las balas volaban por doquier".
La armada Tailandesa no era capaz de defender los campamentos desperdigados, así que los consolidó en un solo sitio llamado Mae La, un denso entramado de casas con techos de paja construidas sobre pilares, y que ahora alberga alrededor de 50.000 personas. Nosten se fue con ellos.
Desde ese entonces, este científico ha expandido la unidad de Shoklo por toda la región. La base es el laboratorio central de la ciudad de Mae Sot y las filiales son las clínicas situadas en los asentamientos fronterizos, cada una de las cuales cuenta con personal especializado e instalaciones sofisticadas.
El centro de Mae La cuenta con una máquina de cuidados neonatales de US$250.000 y puede lidiar con todo tipo de cirugías complejas. Nosten también instaló pequeños "puestos de malaria" a lo largo de la frontera, que por lo general son casas de campesinos voluntarios que cuentan con una caja de pruebas de diagnóstico y medicinas.
Gracias a la red de Nosten, las personas de la zona saben dónde ir si no se sienten bien y nunca están lejos de los tratamientos. Esto es vital, si se trata a las personas infectadas dentro de las 48 horas de los primeros síntomas, los parásitos se mueren antes de tener la oportunidad de ingresar a otro mosquito. Esto rompe el ciclo de la malaria.
"Si uno realiza identificación y tratamiento temprano, la malaria se va", sostiene Nosten. "Esto ha funcionado en todos los lugares que lo hemos hecho".
¿Una nueva esperanza?
Cuando Nosten y White formaron un equipo por el año 1980, su primer éxito fue demostrar que una nueva medicina llamada mefloquina era excelente para curar la malaria y para prevenirla en mujeres embarazadas. La mayoría de los demás fármacos habían sucumbido ante los parásitos resistentes y la última en probar ser efectiva -la quinina- implicaba una semana de efectos secundarios. La mefloquina fue un regalo del cielo.
Sin embargo, pasados cinco años, el P. falciparum comenzó a hacerse resistente a ella. "Intentamos distintas cosas, como incrementar la dosis, pero claramente la estábamos perdiendo", afirma Nosten. "Realmente estábamos preocupados de que no hubiera más opciones".
La salvación llegó desde China. En 1967, el presidente Mao Zedong lanzó una iniciativa militar secreta para descubrir nuevos fármacos contra la malaria, en parte para ayudar a sus aliados del norte de Vietnam, quienes estaban perdiendo tropas por culpa de la enfermedad.
Esto se llamó Proyecto 523 y constaba de un equipo de 600 científicos que investigaron 200 hierbas de la medicina tradicional china en busca de posibles químicos antimalaria.
En 1971, encontraron un claro ganador -una hierba común llamada Qinghao (Artemisia annua o ajenjo dulce). Usando los consejos de una receta para las hemorroides de 2.000 años de antigüedad, lograron aislar el componente activo y sus características, lo probaron en humanos y animales y crearon versiones sintéticas.
Los resultados fueron milagrosos. La nueva droga aniquilaba incluso las formas agudas de malaria resistente a la cloroquina, además, lo hacía con una velocidad imbatible y sin efectos secundarios. El equipo la llamó Qinghaosu. En el occidente se la conoció -una vez que se enteraron de su existencia- como artemisina.
Arma de la Guerra Fría
El Proyecto 523 estaba envuelto en misterio, por lo que se publicaron pocos resultados.
Cuando apareció la primera descripción inglesa de la droga en el Chinese Medical Journal de 1979, la medicina ya se usaba ampliamente en China y Vietnam. Los científicos occidentales la recibieron con escepticismo y perdieron tiempo tratando de desarrollar sus propias, y menos efectivas, versiones.
White logró conseguir una copia de la publicación. En 1981, viajó a China y regresó con una ampolla del medicamento, la cual aún conserva en un cajón de su oficina. Nosten y él comenzaron a estudiarla, a resolver cuáles eran las dosis correctas y probaron varios de sus derivados.
Se dieron cuenta de que el único problema de la artemisina era su falta de permanencia. La gente la expulsaba tan rápido de sus cuerpos que se necesitaban siete dosis diarias para curarse por completo. Unos pocos lograban completar el ciclo.
White propuso una ingeniosa solución, juntar la droga con la mefloquina, una droga de efecto retardado pero larga duración. La artemisina desplegaba un ataque brutal y devastador que destruía a la mayoría de los parásitos y la mefloquina eliminaba a los sobrevivientes.
Para sobrevivir al doble golpe, el Plasmodium debía resistir ambas drogas y White lo creía improbable. Sólo tres días de esta terapia de artemisina combinada (ACT en inglés) eran suficientes para tratar prácticamente cualquier caso de malaria. En teoría, era imposible resistirse al ACT.
En 1994 Nosten comenzó a usarla por toda la frontera Tailandia-Birmania y vio resultados inmediatos. A la quinina le tomaba días acabar con los parásitos y dejaba a los pacientes en cama con mareos por una semana. La ACT hacía que pudieran volver al trabajo en 24 horas.
El inicio de una nueva derrota
Pero las victorias contra la malaria suelen durar poco. A principios de 2000, el equipo comenzó a oír rumores de que la ACT perdía efectividad en el oeste de Camboya. White trató de mantener la calma, había oído muchas falsas alarmas sobre pacientes incurables en Camboya, pero siempre resultó que habían tomado medicamentos falsificados. "Simplemente esperaba que fuera otro de esos casos", señala.
No lo era. En 2006, Harald Noedl de la Universidad de Medicina de Viena comenzó a verificar por su cuenta los rumores. En la aldea camboyana de Ta Sanh, trató a 60 pacientes de malaria con artesunato (un derivado de la artemisina) y descubrió que dos de ellos tenían parásitos excepcionalmente tenaces.
"Presenté esos datos por primera vez en noviembre de 2007 y, como era de esperar, todos estaban muy escépticos", cuenta Noedl. Después de todo, un par de pacientes sólo cuentan como irregularidades epidemiológicas.
De todas formas, fue lo suficientemente preocupante como para instar al equipo de White a realizar su propia investigación. Y obtuvieron noticias aún peores.
A 40 personas tratadas les llevó un promedio de 3,5 días para curarse de sus parásitos, y seis de ellos sufrieron nuevas infecciones al mes. "La eliminación rápida de los parásitos es la clave de las artemisinas", destaca Arjen Dondorp, uno de los colegas de White con residencia en Bangkok.
A pesar de las esperanzas de que la ACT evitara el vencimiento de la artemisina, la resistencia había llegado. Además, esa derrota venía del mismo lugar que las anteriores.
Hipermutantes
¿Por qué un pequeño rincón del oeste de Camboya, no más grande que Nueva Jersey, da lugar a que los parásitos vencieran repetidas veces los medicamentos?
White cree que la explicación más probable es la falta de regulación en la región sobre el uso de los tratamientos antimalaria. China abasteció de artemisina al Jemer Rojo a finales de los 70; esto significa que los camboyanos tuvieron acceso al medicamento casi dos décadas antes de que White creara la ACT. Y pocos la usaron correctamente.
El P. falciparum fue expuesto con regularidad a la artemisina sin ser eliminado por completo, entonces los parásitos más resistentes sobrevivieron para hallar nuevos anfitriones.
Los estudios genéticos señalan otras explicaciones. A principio del año pasado, Dominic Kwiatkowski de la Universidad de Oxford mostró que algunas cepas de P. falciparum del oeste de Camboya mutaron sus genes para reparar fallas en su ADN, al igual que lo hacen algunas células cancerígenas o bacterias resistentes a los antibióticos.
En otras palabras, tienen mutaciones que las hacen propensas a mutar. La capacidad de evolucionar es el arma más poderosa de la malaria y estos "hipermutantes" evolucionan a gran velocidad.
El equipo de Kwiatkowski también halló que el P. falciparum es aterradoramente diverso en el oeste de Camboya. Este es el hogar de tres poblaciones resistentes a la artemisina con diferente genética, a pesar de convivir en la misma área reducida.
Sin la existencia de barreras claras entre ellas, las cepas podrían unirse y compartir sus genes. Sin embargo, parecen evitarse entre sí. Están tan endogámicamente mezcladas que prácticamente todos son clones.
Por lo tanto, el oeste de Camboya puede estar plagado de cepas de P. falciparum especialmente propensas a desarrollar resistencias que, además, tienen muchas oportunidades de hacerlo porque se abusa de los fármacos.
Todas estas ideas son posibles pero difíciles de verificar. Aún conocemos muy poco sobre cómo exactamente los parásitos generan resistencia.
Muchos equipos de investigación compiten para hallar a las mutaciones responsables. Actualmente, sólo se puede decir si alguien es resistente a la artemisina al tratarlo y observar cuánto le lleva mejorarse.
Pero el tiempo se acaba. Desde Camboya, donde empezó todo, la resistencia se ha propagado a la frontera de Tailandia y Birmania. La proporción de pacientes que siguen infectados pasados los tres días del ACT se ha incrementado de cero (en 2000) a 28% en 2011.
A medida que la artemisina se vuelve menos efectiva, su droga compañera deberá lidiar con más parásitos sobrevivientes. ElPlasmodium desarrollará resistencia a su compañera con mayor velocidad, dejando ambas drogas obsoletas.
Esto ya sucede en el oeste de Camboya, donde ACT falla hasta un cuarto de las veces y muchos de los pacientes siguen infectados pasado un mes. Las infecciones duraderas le brindan a los parásitos más oportunidad de trasladarse a los mosquitos y luego a personas sanas.
"Esta es la calma antes de la tempestad", indica Arjen Dondorp. "La amenaza es todavía levemente abstracta y no hay tanta malaria, lo cual ayuda a que no parezca una urgencia. Si, de repente, vemos una epidemia de malaria, entonces será una clara emergencia, pero también será demasiado tarde".
Un cambio radical
En su oficina de la Universidad Mahidol, Nick White está rodeado de viejas monografías amarillentas sobre la malaria. Ahora es el presidente de la Unidad Tropical de Investigación Médica Mahidol–Oxford y mentor de sus docenas de investigadores.
"Todo lo relacionado con cambios en la malaria tiene una enorme resistencia", señala. Se refiere a resistencia política, no de medicamentos, a la década que llevó que la comunidad internacional respaldara ACT.
Sin embargo, las cosas se ven más prometedoras. La malaria está otra vez de moda y durante la última década el financiamiento creció 15 veces. Las grandes organizaciones parecen agruparse bajo el estandarte de la erradicación. La Organización Mundial de la Salud publicó el año pasado la llamada estrategia: "La respuesta de emergencia ante la resistencia a la artemisina".
"Es un plan maravilloso", dice White con ironía. "Dice todas las cosas correctas, pero aún no hemos hecho ninguna". Es la continuación de otras dos estrategias publicadas en 2011 y 2012, ninguna de las cuales ralentizó la propagación de la resistencia a la artemisina.
White considera que incluso están invirtiendo fondos en medidas inefectivas, lo que a su juicio es peor aún.
Un ejemplo son las redes antimosquitos para las camas rociadas con insecticida. "Tuvimos reuniones con asesores de la OMS que decían, 'no queremos oír nada en contra de las redes, siempre funcionan'. Pero, ¿son realmente costo-efectivas y cuál es la evidencia de que funcionan en esta región? Aquí los mosquitos pican entrada la tarde y ¿quiénes se infectan de malaria? Los jóvenes. ¿Están todos metidos en sus camas bajo una red a las seis en punto?".
White sostiene que los recursos podrían destinarse mejor a librarse de las medicinas falsas y las monoterapias, donde la artemisina se usa sin acompañante. Eso mantendría vigente la ACT tanto como sea posible.
También quiere saber si los parásitos resistentes a la artemisina de Asia pueden propagarse a los mosquitos africanos. Existen cientos de especies de mosquitos que pueden transmitir la malaria, pero el P. falciparum es exigente para elegir a su huésped. Si una cepa resistente necesita tiempo para adaptarse a nuevos portadores, puede que se esparza lentamente hacia el oeste. En cambio, si puede directamente montarse en especies distantes, están a sólo un vuelo de avión.
"Si no desplegamos todas nuestras barreras, los niños comenzarán a morirse de malaria resistente a la artemisina y podremos remontar sus orígenes al sudeste de Asia. Entonces no podremos conciliar el sueño", agrega.
Plan de erradicación
Cuando el equipo de Nosten llegó por primera vez a Hka Naw Tah, dormían y trabajaban desde el humilde templo de la aldea. Ellos montaron una torre de agua y brindaron electricidad a la escuela local usando sus propios fondos de desarrollo. En agradecimiento, los aldeanos construyeron una clínica, una cabaña espaciosa abierta a los lados, con techo inclinado de chapa, bancos, piso de tierra y mesas con cajas de medicamentos y kits de diagnóstico; cuartos de tratamiento y una sala de computadoras.
La mayoría de los aldeanos no parecen enfermos, pero muchos padecen de malaria. Hasta hace poco, el equipo de Nosten buscaba parásitos examinando una gota de sangre en el microscopio. Sin embargo, en 2010, comenzaron a recolectar mililitros de sangre -mil veces más que las gotas habituales- y a buscar el ADN del Plasmodium. La proporción de infectados se disparó de 10-20% a 60-80%.
"Al principio no lo creíamos", cuenta Nosten. "Pero lo confirmamos una y otra vez".
¿Quizás las pruebas estaban dando falsos positivos? No, cuando el equipo trataba a la gente con ACT, los parásitos escondidos desaparecían.
Estas "infecciones submicroscópicas" cambiaron completamente el juego de erradicación.
Tratar a los enfermos dejó de ser suficiente porque la enfermedad podía regresar desde las hordas de portadores asintomáticos. El ataque debía ser veloz y decisivo.
Si se hacía a medias, los parásitos más resistentes sobrevivirían y comenzarían de nuevo. En las zonas de malaria debes tratar a casi todos, eliminando los parásitos que ellos no sabían que tenían. Este es el objetivo de Nosten en las aldeas fronterizas como Hka Naw Tah.
Matar a los parásitos es sencillo: sólo se necesita de tres días con ACT. Hacer que la gente sana vaya a la clínica y tome sus medicamentos es mucho más difícil.
El equipo dedicó meses a educarlos y comprometerlos. La clínica está llena de afiches que explican los síntomas de la malaria y la biología de los mosquitos.
Otra aldea río abajo está causando más dificultades. Son socialmente más conservadores y tienen un entendimiento más precario de la salud.
Eliminar la malaria no consiste en tener el fármaco adecuado, el insecticida más eficiente o la prueba diagnóstico más exacta. Consiste en conocer a la gente, desde los inversores hasta los aldeanos.
"El factor más importante es lograr que la gente esté de acuerdo y participe", cuenta Nosten. El hecho de que lleve trabajando más de 30 años en la región, que su centro en Shoklo tenga buena reputación y que prácticamente todo su equipo sea karen, es importante.
Si después de un año esta estrategia (de tratarlos a todos) funciona, el plan es aumentar el espectro de acción y cubrir toda la sinuosa frontera.
Es difícil imaginarse a una persona distinta a Nosten capaz de cumplir con todos estos objetivos. Rodeado por parásitos aéreos, resistencias que se expanden y refugiados que cruzan las fronteras, François Nosten está atrapado. Sin embargo, no querría que fuera de otra forma.
Crean un material camaleónico que cambia con la luz
¿Te imaginas un traje que cambie de color de acuerdo al entorno? Pues el camuflaje perfecto está un poco más cerca gracias a un nuevo material que puede cambiar de forma de acuerdo a la luz.
Inspirándose en los camaleones, investigadores de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, encontraron una fórmula que incluye cristales que cambian cuando reciben luz.
Un equipo de expertos en ingeniería química utilizó una lámina metálica hecha de óxido de indio-estaño, un elemento que generalmente se usa para fabricar pantallas.
Sobre ella, una solución con un tipo especial de cristales creado en el propio laboratorio de la universidad, es capaz de generar formas que se adaptan a la luz.
Cuando la luz se enciende, crea cargas negativas o positivas en la capa metálica que alejan o atraen a las partículas, lo que provoca un cambio visual en la superficie.
El video que puede verse más arriba muestra el sorprendente efecto, cuando las partículas se agrupan y forman la letra "M".
"Podemos aplicar luz en una cierta región y las partículas crean un área cristalina donde todas se agrupan para formar esta estructura de cristal", explicó Youngri Kim, quien dirigió el estudio que publica la revista Nature Communications.
La forma de la luz
El experimento se llevó a cabo en el laboratorio de Mike Salomon, tal como reporta el sitiophys.org especializado en ciencia.
Según los investigadores, aunque han existido otros intentos de materiales de camuflaje, este es el primero que no necesita patrones o formas prestablecidas, sino que imita la forma de la luz.
La capacidad de controlar a los cristales con la luz y la química podría ser el primer paso para crear materiales de camuflaje camaleónicos para ropa, vehículos y otras superficies.
Y aunque el hallazgo dispara la imaginación y hay quienes sueñan con un traje de ninja capaz de mimetizarse con cualquier fondo, los más realistas están pensando en pantallas de dispositivos móviles que ajusten automáticamente el contraste según la luz que las rodea.
"El método representa una nueva fotolitografía libre de patrones, reconfigurable y tridimensional", dicen los autores en su estudio, refiriéndose al proceso empleado en la fabricación de dispositivos semiconductores.
Las formas son creadas por la forma de la luz, en el caso de la "M" se formó gracias que expusieron el material a rayos ultravioletas con forma de M.
Pero, esperan los científicos, podría ser posible modificar el sistema para que los colores reflejen los del entorno, por ejemplo.
"Aunque no lo hemos hecho todavía… Creo que es posible", dijo a la revista Popular Science Mike Salomon, quien firma este descubrimiento junto a Youngri Kim y Aayush Shah.
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